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martes, 29 de agosto de 2017

Cultivo-cuento



Cultivo


Quite la alarma, prendí la luz,  acomode la temperatura en el termostato del Aire Acondicionado en 72 grados F., abrí mi oficina, acomode mi folder, mi cartera.  La rutina de cada mañana y mis pensamientos como compañía.
Recorrí  con mi mente rápidamente lo pendiente del día anterior. 
 No podía olvidarme de la Caja de “Cultivo” que deje en la nevera para enviar hoy
por carretera en un carro refrigerado.  Escribí una notica, era importante.
Después de abrir la computadora, y los programas que trabajo diariamente, fui
a cerciorarme que los muchachos del almacén estuviesen bien.
Ha pasado ya siete u ocho meses desde aquella temprana mañana.  Aun están en mi recuerdo latente aquellos aterrados ojos inmóviles.  Aquellas bocas que ensangrentadas lanzando en silencio un grito ensordecedor.  No podía
hacer nada, paralizada por aquella visión, por el dolor de perder a mis amigos, por
la ausencia total de conocimiento.  ¿Qué había pasado?  ¿Por qué sus pieles como
colador de espagueti?  ¿Por qué las lenguas atravesadas como cruel venganza?
 Trate recrear el momento: Desperté de mi inconsciencia, aun no podía incorporarme, mi cuerpo pesado anclado al cemento luchaba y luchaba para entender alguna realidad…difícil.
 Recordé el Cultivo…me arrastre…busque…mire…mis ojos ya huecos, vacios,  no veían…imaginaban…era solamente la exploración de mi memoria.
 Las bacterias habían procreado seres vivientes…aterradores seres vivientes.
 ¿Quién llegaría a la oficina después que yo?
 
Por Mery Larrinua  
 

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