CARTA DE AMOR
Desde antes de nacer ya te percibía, ahora comprendo mi apuro por nacer. Era un sentimiento tan real, que tenia total conciencia que se trataba solamente de tiempo. Así transcurrió mi niñez, esperando los años apropiados para reconocerte, para poder a través de una mirada entregarte mi alma entera. Y pasó, fue en aquel atardecer, un atardecer un tanto gris, lluvioso, caminaba distraída, con mis pensamientos a la espera de esa lluvia que no llegaba, pero que la sentía, la olía. Alcé mis ojos, y por unos instantes, que hoy los siento eternos, vi ante mi, una inmensa luz, un resplandor que provenía de unas manos, tus manos, las extendiste, las tomé, tomé tus manos, tomé la luz, tomé tu amor. Y así surgió este amor por ti, abrí los ojos, y te tenía enfrente, eras el amor que buscaba mi alma con afán y esperanza. Eras el ser que del silencio de la nada construirías un castillo para que creciera nuestro amor. Gracias por esperarme, gracias por estar ahí. Te amo, y este amor puede fundirse con la luz que emanaba de tus manos, haciendo de nuestro amor, una luz sin principio ni fin. Gracias por enseñarme ver el color verde en cada hoja, el marrón en la tierra fértil, el azul en el inmenso mar, el negro en una noche oscura. Gracias por enseñarme ver el resplandor de una luna llena y el poder sentir el calor de un rayo de sol en mi piel. Gracias por tu amor, y he aquí el mío, te lo ofrezco con una caricia, con una mirada, con mi pecho abierto, con mi alma cristalina, desnuda, te lo ofrezco en cada segundo de mi vida, porque cada segundo lo vivo por ti.
Tuya por siempre,
Por Mery Larrinua
Desde antes de nacer ya te percibía, ahora comprendo mi apuro por nacer. Era un sentimiento tan real, que tenia total conciencia que se trataba solamente de tiempo. Así transcurrió mi niñez, esperando los años apropiados para reconocerte, para poder a través de una mirada entregarte mi alma entera. Y pasó, fue en aquel atardecer, un atardecer un tanto gris, lluvioso, caminaba distraída, con mis pensamientos a la espera de esa lluvia que no llegaba, pero que la sentía, la olía. Alcé mis ojos, y por unos instantes, que hoy los siento eternos, vi ante mi, una inmensa luz, un resplandor que provenía de unas manos, tus manos, las extendiste, las tomé, tomé tus manos, tomé la luz, tomé tu amor. Y así surgió este amor por ti, abrí los ojos, y te tenía enfrente, eras el amor que buscaba mi alma con afán y esperanza. Eras el ser que del silencio de la nada construirías un castillo para que creciera nuestro amor. Gracias por esperarme, gracias por estar ahí. Te amo, y este amor puede fundirse con la luz que emanaba de tus manos, haciendo de nuestro amor, una luz sin principio ni fin. Gracias por enseñarme ver el color verde en cada hoja, el marrón en la tierra fértil, el azul en el inmenso mar, el negro en una noche oscura. Gracias por enseñarme ver el resplandor de una luna llena y el poder sentir el calor de un rayo de sol en mi piel. Gracias por tu amor, y he aquí el mío, te lo ofrezco con una caricia, con una mirada, con mi pecho abierto, con mi alma cristalina, desnuda, te lo ofrezco en cada segundo de mi vida, porque cada segundo lo vivo por ti.
Tuya por siempre,
Por Mery Larrinua
No hay comentarios:
Publicar un comentario