Abrí los ojos en una oscuridad casi absoluta, si no hubiera sido por aquella hendija, hubiera pensado que estaba ciega, me quede un buen rato, dicen que cuando a uno le falta uno de los sentido, otros se agudizan, en este momento uno de ellos estaba en su estado mas elemental, mi vista, me concentré entonces en tratar de oír. El silencio era verdaderamente aterrador, pues me daba a entender que estaba sola en aquel lugar. Decidí entonces bajarme de aquel supuesto mesón en donde me había despertado minutos antes. Pero cual fué mi sorpresa cuando sentí que no podía hacerlo, algo me aguantaba sobre aquel frío “mármol”. Traté entonces de pensar, pensar, tratar de recordar lo último que había hecho.
Estaba sentada en una banca en el parque cerca a mi casa, leyendo un libro, cuando alguien se acerco a pedirme ayuda, una señora estaba tirada en la acera y aparentemente estaba muerta, rápidamente tomé el celular y llamé al numero de emergencia, no había pasado mas de 10 minutos cuando se presento una unidad de rescate, todo fue bien confuso, ya para ese momento se había congregado mucha gente curiosa, solo sentí que perdí el equilibrio y caí al piso, no recuerdo haber sentido golpe, no recuerdo dolor alguno. Trate de concentrarme más y más, pero no logre obtener más recuerdos. Inmediatamente comenzaron las preguntas en mi mente, que me había pasado, por que estaba ahí, cuando de repente oí voces que se acercaban, risas. -¿Donde está el cuerpo? ¿Ya está listo? ¡Gracias Señor por estar despierta! ¡No, no!, ¡yo no soy, yo estoy viva!
Por Mery Larrinua
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